lunes, 10 de mayo de 2021

La rebelión de los jóvenes

Terminó el segundo Estado de alarma derivado de la crisis sanitaria del Coronavirus Sars-Cov-2, pero el problema todavía no se ha esfumado. La pandemia aún sigue en España 14 meses después, con el uso obligatorio de la mascarilla tanto en espacios públicos interiores como exteriores y algunas restricciones autonómicas. Sin embargo, lo que ha sido noticia es que el pasado sábado noche, una vez levantado el "toque de queda" consistente en un confinamiento nocturno, miles de jóvenes de toda España han salido a las calles y juntándose en masa sin mascarillas e incluso armando botellones.

A los que ya vamos teniendo "una edad" y sobre todo tenemos hijos pequeños, nos importa poco que nos cierren la noche. Sin embargo, todos hemos sido jóvenes y nos podemos imaginar los procesos mentales que discurren en esas edades. La capacidad y deseo de "liarla" están unidas con la inmadurez y las ganas de fiesta, esparcimiento y de relaciones tanto sociales como sexuales. Esa explosión del sábado noche, casi entendida como una Nochevieja para algunos, ha sido el resultado de varios meses de encierro y de volverse locos sin alternativas convincentes. Pues la tecnología, como sabemos, tiene sus límites. Y ya me gustaría a más de uno de los que hablamos de qué desvergonzados son estos ver qué reacción tuviésemos si en vez de nacer hace cuarenta primaveras (como yo) fuese la mitad justa.

Aunque dolorosas, personalmente creo que las medidas como el cierre de la hostelería y el ocio nocturno o los confinamientos perimetrales, han contribuido enormemente a la reducción de los contagios. También, por supuesto, ha influido el avance del proceso de vacunación. Sin embargo, no lo tengo tan claro que haya sido así con el toque de queda. Tan fácil como limitarse a prohibir las aglomeraciones en la calle, pues los movimientos de casa a casa son muy difíciles de evitar y aún así se han seguido produciendo fiestas ilegales. Y han perjudicado a gente que simplemente querría salir a dar un paseo en grupos reducidos, sobre todo cuando no pudiese darse ese placer por el día.

Por esos motivos, considero que el toque de queda ha sido una medida desproporcional. No obstante, es cierto que nos encontramos con un problema difícil de manejar y es el de los jóvenes. No es el plan ni mucho menos que optemos por un modelo de Estado policial como de manera irónica se ha llegado a comentar en redes sociales. Pero nos queda mucho por integrar a esas personas que entienden menos la limitación de derechos y libertades que los más adultos. No podemos meter a todos en el mismo saco, pues aunque reprochable e irresponsable, también sería bueno que nos prestásemos a algún ejercicio de empatía. A veces también es aconsejable que tratemos de ponernos en el lado del "disidente" para comprenderlo y no necesariamente darle la razón, sino buscar otras alternativas para impedir su rebelión.

Lo próximo, no se sabe si la consecuencia de estos "fenómenos" será poner la vacuna a los preadolescentes. El problema es que estos son menores y no mayores de edad como los de la otra noche. Por tanto, aquéllos todavía no salen de fiesta aunque les falte poco y sus cabezas aún no han desarrollado toda la rebeldía a la que pueden llegar a ser capaces. Pero sobre todo puede imponerse la voluntad de sus padres como representantes legales o tutores. Así que igual sería conveniente vacunar lo antes posible a esos nacidos entre finales de los noventa y primeros del 2000 (y no finales de la década de los diez), si bien pese a ser inmunes pueden llegar a contagiar a otros no vacunados.

¿Educación? ¿Concienciación? por supuesto. Es necesario potenciar tanto una como otra en las instituciones educativas, redes sociales... y tratar de promocionar alternativas que permitan contacto presencial aunque no pueda ser multitudinario. Igual te iban a hacer el corte de mangas de todas formas, pero por lo menos les pondrías sobre la mesa opciones que aligeren algo sus deseos y sus alteraciones hormonales. Pero tampoco esperemos que esto se resuelve regañándoles sin más. Los padres con hijos más mayores que el mío lo entenderán perfectamente.

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