martes, 22 de octubre de 2019

Bienvenido, mi pequeño príncipe

El pasado día 3 de octubre de este mes vino a este mundo, aunque para mí existe desde que escuché su corazón a primeros de abril. Lo ha hecho bastante adelantado a cuando le tocaba (12 de noviembre), pero esas 34 semanas gestándose en el interior de su madre no han sido problema para él. Mi hijo Luis, del mismo nombre que su abuelo paterno fallecido hace dos años, entra en nuestras vidas para permanecer en ellas hasta el fin de los días.

Los bebés prematuros, sobre todo cuando no superan los dos kilos de peso, deben de quedarse ingresados en la incubadora durante un tiempo. Entre los motivos principales, está que carecen de fuerza incluso para respirar de forma continua y tampoco son capaces de alimentarse succionando las pipetas de biberones. Afortunadamente, hoy día existen medios más que avanzados para garantizar su adecuado desarrollo y por supuesto evitar cualquier problema de salud para la madre. En ocasiones, la cesárea con parto prematuro se hace para salvar la vida tanto del bebé como de la madre. Y es que los embarazos generan también importantes cambios biológicos en las mujeres que no siempre son benignos. Por ejemplo, en ocasiones, aumentan los niveles de tensión.

Mientras dura la etapa del lactante (12 primeros meses de vida), el bebé se alimenta exclusivamente de leche. Las tomas han de ser aproximadamente cada 3 horas (8 al día), aunque con el tiempo son más irregulares dependiendo de la demanda del propio bebé. Es muy importante alimentarlo de leche materna, dado que favorece un contacto continuo con la madre y además suele ser deliciosa para él. Pero también es bueno compaginarla algo con leche de fórmula (leche en polvo), dado que la anterior suele llenarle más pero no favorece igual la subida de peso. Además, la mujer también puede sentirse cansada o no salirle mucha leche en un momento dado. Y ello a pesar de que puede comprar una máquina sacaleches para preparar los biberones.

Durante cada toma y dependiendo del tipo de pipeta, el bebé puede coger muchos gases que le resulten pesada la digestión. Por ello, es necesario interrumpir la ingesta de leche y propinarle unas palmaditas en la espalda para ayudarle a expulsar los gases. En ocasiones, puede ser que rechace chupar precisamente porque le duele la barriguita.

Es esencial guardar la adecuada limpieza tanto para tocar al bebé como con los utensilios de lactancia. Absolutamente imprescindible contar con un esterilizador de biberones en el cual se introducen tanto los cubitos como las pipetas y tapones. Y respecto a nuestras manos, podemos transmitirle bacterias que a nosotros como adultos no nos hacen nada pero a ellos sí podrían, por lo que siempre hay que lavarse bien las manos con jabón. En los hospitales, incluso, nos podemos echar alcohol.

En cuanto al cambiado de pañales, se nos avisa muy fácilmente de cuando hay orina, dado que la barrita amarilla pasa a ser azul. Las deposiciones son más irregulares, pero a veces el propio bebé nos puede avisar no ya con el olor sino con su llanto por lo incómodo que se siente.

Para el coche, hay que contar con dos utensilios básicos: la silleta en el coche más grande y el maxi cosi en el más pequeño (si lo hay). En la primera, hay que voltearla en el sentido contrario de la marcha mientras no alcance los 9 kilos de peso y cuenta además con un cinturón adicional de seguridad para evitar que se zarandee en algún frenazo imprevisto.

Todo esto puede parecer lo más básico y sencillo del mundo, pero que nadie se confunda. Mucha gente no tiene ni idea de qué hacer. En el caso mío y de mi mujer somos novatos y por nosotros mismos estamos asistiendo a las "clases de padres" que las imparte nuestro propio hijo. Ese pequeñín que algún día leerá esta misma entrada de blog. O eso espero, si sigo manteniendo como puedo esta página.

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