domingo, 14 de diciembre de 2014

Luna de miel en Thailandia

Después de tres semanas de parón y de disfrutar de mi luna de miel, reanudo las publicaciones en el blog haciendo referencia (como no) al viaje. Voy a comentar brevemente (porque daría para cinco o seis posts cuando menos) algunos de los aspectos más llamativos de lo que ha sido un curioso e interesantísimo viaje a Tailandia. Concretamente a Bangkok, Chiang Rai y Chiang Mai. Tanto a nivel cultural como social, el mundo oriental es completamente diferente. Empezando por el clima, que allí se caracteriza por tener tres estaciones. El verano (muchísimo calor), los monzones (lluvias) y el invierno, que paradójicamente se parece más al verano de aquí. De hecho, en Bangkok nos encontramos con 35 grados por la mañana y 27 por la noche. Además, es una ciudad muy caótica en la que al margen de que vivan 12 millones de personas las conexiones de las calles no son muy buenas y se arman auténticas peloteras de tráfico. Gente y gente a todas horas.

Templos y religión- La religión mayoritaria es el budismo. Es un credo radicalmente distinto al cristianismo en muchos conceptos. Así por ejemplo, ellos no tienen un Dios sino que creen en el Big Bang y a quien realmente veneran es a un profeta que se llamó Sidarta Gautama y que a través de la meditación se convirtió en "el iluminado" y rompió el ciclo de la vida y de la muerte alcanzando el estatus de Buda. Concretamente tras meditar durante 48 días sin descanso debajo de un árbol. Creen en la reencarnación y en todo lo relacionado con el Karma, de manera que las acciones que uno tenga en una vida influirán en la siguiente que tenga. Es decir, si son buenos con el prójimo se reencarnarán en algo "bueno" y si son malos, en algo "malo", como una cucaracha. Las vidas vienen a ser una acumulación de conocimiento y la cúspide ha sido alcanzada sólo por una persona, pero se cree que en el futuro existirá otro buda. En los templos, brillantemente ornamentados con piedras preciosas y oro macizo, la gente camina y se sienta descalza (es obligatorio quitarse los zapatos para pisar las alfombras) llevando incluso libros de casa.


Mercadillos.- La ley de todos ellos es la del regateo. Tanto de día como de noche y podemos ver calculadoras con teclas grandes en todos los puestecillos. Ropa, souvenirs... y ni que decir tiene que los propios vendedores van a la caza de su cliente especialmente si detectan que son foráneos como nosotros los occidentales. Al principio es muy probable que nos ofrezcan un precio bastante caro (40 bats son aproximadamente un euro) pero lo que tenemos que hacer es rebajar mucho para luego hacer un tira y afloja. Podemos incluir varios productos en vez de uno y otras estrategias son aludir que lo hemos visto más barato en otros sitios o anunciar nuestra "last offert". Existe incluso un mercadillo flotante realmente fascinante, en el que vamos navegando en barca y los vendedores con un pequeño ganchillo nos acercan a su puesto para regatear.

Monarquía.- Visitamos el palacio donde vivían los reyes, que ahora mismo en realidad moran en el sur del país. Lo más destacable es que el rey es como un padre para los Thai. De hecho el 5 de diciembre es su cumpleaños, se considera allí el "día del padre" y se monta una macro fiesta con muchas cosas gratis: comida, transporte... y la capital se engalana de fotos y carteles. Eso sí, del rey joven, porque consideran que beneficia más a su imagen poner fotografías de los años setenta y ochenta que ahora, cuando ha cumplido nada menos que 87 años. Allí no es como aquí, no se permite crítica alguna a la monarquía bajo castigo fuerte. Incluso de cárcel.

Sociedad y estilo de vida.- El 80% de los Thai no tienen cocina en su hogar. Por lo general se bajan a la calle a comprar comida de puestecillos. En lo que al trabajo se refiere son muy etnocéntricos, pues obligan a que por cada extranjero se contraten cuatro nacionales. Tampoco puede abrirse un negocio sólo por extranjeros e incluso existen puestos de trabajo cerrados en exclusividad a tailandeses. Sin embargo, son gente muy honrada y el índice de criminalidad es muy bajo. Quizás por lo fuerte que pega el budismo y la creencia en la reencarnación y consecuencias de acciones de una vida en la siguiente.


Taxis.- Existen los taxis de toda la vida, pero también hacen las veces de este tipo de transporte unos vehículos que vienen a ser unas motocicletas con carcasas de coche. Y todas ellos de colores, que igualmente en el caso de los mercadillos van a saco a proponer al "guiri" que los utilice para desplazarse. Se llaman los 'tuc-tuc' y van a una velocidad endiablada, pero no son muy caros y se cuelan por cualquier espacio. Sólo hay que sujetarse bien a la barra.

Chiang Rai.- Al norte de Tailandia, pudimos visitar la tribu de las mujeres jirafa. Es decir, un poblado en el que las mujeres se van colocando anillos en el cuello. También comimos en un restaurante buffet con comida típica de allí que además quedaba cerca de un pequeño invernadero de mariposas. Por lo demás, más templos de visita. Pero sobre todo el que más destacó fue el templo blanco Wat Rong khun, de una estética mucho más moderna y con figuras impresionantes. Todo de un color blanco muy puro. Por otra parte también visitamos una inmensa plantación de té y nos tomamos varios tés de allí, comprando un poco para nuestra familia. De nuestra estancia de dos días en esta pequeña ciudad también recuerdo el trato profesional del servicio del hotel, especialmente de su restaurante.


Chiang Mai.- Estuvimos en un campamento de elefantes llamado Maetang en el que pudimos disfrutar de un show en el que estos animales desfilaban, jugaban al fútbol y al baloncesto, pintaban cuadros con la trompa, etc. Por supuesto, también hubo tiempo para pasear a lomos de uno de ellos durante un rato bastante largo, subiendo y bajando cuestas e incluso atravesando un río. Previamente también fuimos pasajeros de un carro de bueyes, pero que ni punto de comparación tenía con el elefante al que alimentábamos con bananas pequeñas y no se cansaba de pedir con su trompa.

Por otro lado, también visitamos el Reino de los Tigres. Nos metimos en una jaula con varios tigres de tamaño considerable... que permanecían impasibles y como si nada. Desconocemos si únicamente son animales muy domesticados o que se les suministraría algún tipo de droga, porque se podían tocar, abrazar e incluso rascar la barriga sin que reaccionaran apenas. Tan sólo se prohibía acercarse a la cara o tocarle la cabeza para que no interpretara esos movimientos como una provocación, al tiempo que evitar realizar fotografías con flash (para no dañar los ojos del animal).

Otros.- También disfrutamos de unos masajes Thai bastante completos por todo el cuerpo, aunque menuda "paliza" nos dieron en la espalda. Eso sí, sin duda muy relajantes y apenas costaron 5 euros. Por otra parte, asistimos a unos combates de boxeo. En la mayoría de ellos se declaraba vencedor a uno de los participantes por tiempo, pero pudimos ver dos KO en los que (eso sí) el ganador fue humilde y hasta alguno de ellos pidió perdón al otro por dejarlo en el suelo.

No hay comentarios: