En el día de hoy iba a hablar de la Décima Champions brillantemente conquistada por el Real Madrid, gracias a un golpe de suerte en el minuto 92 con golazo de Sergio Ramos y una posterior prórroga increíble con tres goles más, al Atlético de Madrid. Sin embargo, el acontecimiento que hoy centra el interés en toda España y a nivel internacional es la abdicación del Rey Juan Carlos I de Borbón. La lamentable imagen que está dando la Corona y que se registra en encuestas muy desfavorables, con suspensos de confianza cada vez más fuertes en el CIS, unida a la terrible crisis política que se está viviendo, justifican que sea necesario que el primero cambio se produzca en la jefatura de Estado.
Juan Carlos cogió el trono dos días después del fallecimiento del dictador Franco, el 22 de noviembre de 1975. Realmente debió de ser Juan de Borbón, pero al posicionarse contrario al Régimen fue descartado por "el Caudillo". Aún era España un país autoritario, pero durante este reinado de 38 años y medio se ha evolucionado a una democracia parlamentaria con una organización territorial del poder dividida en regiones, provincias y municipios. Su legitimidad siempre se ha puesto en entredicho debido a su designación por Franco y la ausencia de un referéndum para decidir cuál debía ser la forma política del Estado, pero su compromiso por la democracia está fuera de toda duda. Y ello a pesar de que todavía existan dudas y opiniones sobre una supuesta conspiración en el 23-F, en el sentido de que el Rey pudo conocer que ese día se cometería un golpe de Estado o bien que participaría en él. A mí estas teorías me parecen surrealistas y absurdas, pero respeto la consideración de que el Rey pudo haber sabido o temido algo. De cualquier forma, suyo fue el primer movimiento para el cambio político y un importante apoyo a Adolfo Suárez, recientemente fallecido y que cambió el rumbo de España.
La familia Real había permanecido impoluta a los escándalos hasta el presente siglo XXI. Eventos como la separación de Elena y Jaime de Marichalar, las peripecias de algunos de sus nietos como el rebelde Froilán y sobre todo la imputación de su yerno Iñaki Urdangarin y la "pillada" de caza de elefantes en Botswana han ido erosionando la confianza que tenían en él tanto los simpatizantes de la monarquía como los que no. Sobre todo los dos últimos aspectos que no han cesado de estar en boga de la prensa. Ni siquiera las disculpas valieron para nada. Si a esto añadimos una crisis económica que está dejando millones de parados, gente desahuciada, recortes por todas partes, tensiones independentistas y una desafección política tremenda, está claro que la imagen que la Monarquía española ofrecía era la peor posible. Y a ello uniéndose un discurso típico de Navidad que no convencía, sino que repetía las mismas palabras. Por si fuera poco, la imagen física del Rey era de una persona mayor que apenas podía moverse por sus continuas lesiones y operaciones. Ni siquiera sus chistes sobre "pasar por el taller" seguían haciendo gracia.
Felipe VI tiene ante sí un reto muy grande. Su legitimidad ahora mismo es muy reducida y sólo puede ganársela capitaneando el cambio. Y ello implica aspectos como reformar la Constitución Española y adaptando los artículos necesarios para que esta democracia deje de ser puramente formal y se convierta en material. Entre otras cosas solucionando el consabido conflicto catalán y el vasco que comienza a emerger. Porque así de buenas a primeras no va a poder convertirse en el Rey de todos los españoles. Su suerte será la de España y su fracaso el de todo el país, así que no puedo sino darle la bienvenida pero al mismo tiempo exigirle que empiece por reformar la Casa Real. Debe de dar un mayor ejemplo de austeridad y transparencia y ser firme contra la corrupción. El día que entre a la cárcel Urdangarín será un acto ejemplar. Mientras tanto, lo que Felipe VI tiene enfrente de su mesa son problemas y problemas.
Por lo tanto, no merece la pena mirar más al pasado. Hay que ser conscientes del presente y del futuro que puede venir. Por ello era imprescindible dar un cambio a la Jefatura de Estado. El tiempo dirá que cambios son precisos y factibles. Seguro que más de los que nos imaginamos. Respecto al debate de la República respeto su defensa pero a día de hoy sigo pensando que la clave para seguir defendiendo (o volver a defender, mejor dicho) el interés general de España está en la Monarquía y no en el capricho de un partido político en concreto. En Francia o Alemania si funciona bien porque existe una unidad en los principios políticos y sociales. Pero en España eso no existe. No se dan las condiciones ni se quiere que se den. Y por ejemplo así lo afirma Alfonso Guerra. Porque en España sabemos de sobra el tipo de República polarizada que gustaría aquí a cierta parte de sus defensores (modelo de 1931, que creo que no sería el más correcto) y sobre todo el tipo de bandera. Y en este aspecto estoy absolutamente convencido de cuál es la que corresponde a España. La que cuenta con más de 2 siglos de historia y sólo los ignorantes la consideran creación directa de Franco. Lo que realmente importa es la paz política y social y para ello hay que generar cambios profundos. De forma que España sea un mejor lugar en que vivir y nos podamos sentir orgullosos. Como en su día con la Transición. Y la estabilidad necesaria para ello sólo la puede aportar la Corona.
Muchas gracias Don Juan Carlos I por lo que ha aportado a la Nación española y a su democracia, pero también por su retirada. De las mejores decisiones que ha tomado, sin duda. Y mucha suerte a Felipe VI. Porque la va a necesitar, Majestad. Si no, vendrán las críticas y más problemas.
1 comentario:
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