domingo, 20 de octubre de 2013

El desmadre de los Smartphone

Los Smartphone se han convertido definitivamente en una moda que, con el rápido y sencillo acceso a Internet que incorporan, están transformando las relaciones sociales de una forma alarmante. Cada vez es más habitual salir a cenar y mirar a un grupo de gente que, entre plato y plato, decide sacar su móvil y pasa más de 5 minutos utilizándolo y no precisamente para llamar, sino para usar aplicaciones que requieren el acceso a Internet. Antes, simplemente se leía un mensaje y ya si eso contestábamos un poco más tarde. A no ser que fuera un chico a una chica que nos interesase conquistar. En ese caso se llevaba respuesta y llamada perdida o "toque". Una acción esta última que se encuentra en peligro de extinción. Pero lo pero es que ese grupo, más que mirarlo desde fuera, ahora que observarlo entre nosotros mismos. Y es que eso lo he visto en cumpleaños, quedadas de amigos, etc, etc. ¿Tanto nos aburrimos o es que somos adictos y no lo queremos reconocer? Que por cierto, la adicción a estos instrumentos se llama Nomofobia.

La aplicación de mensajería instantánea Whatsapp es la que principalmente ha generado esta situación. Las tonterías y correos basura ya no los recibimos en nuestro Hotmail o Yahoo, sino que van directamente a Whatsapp en formato foto, audio, vídeo, etc... Pero al margen de eso, la posibilidad de chatear en tiempo real en cualquier momento viene a ser el mejor sustituto de Messenger y sobre todo del SMS. Otra especie en extinción que ya prácticamente nadie utiliza. Whatsapp es en principio gratuito, pero algunos usuarios (en algún momento) han tenido que pagar 0,89 € para su renovación. Algunos son tan "ratas" que se escandalizan por tener que pagar esa cifra cuando luego se gastan un cubata de 6 euros. En fin, que está bien que te ahorres pasta por llamar, pero que por ejemplo te metan en un grupo con cerca de 20 personas y luego estén cascando de chorradas y te hagan petar el móvil de vibraciones y sonidos llega un momento que causa hastío. ¡Por no hablar de cuando te vas y hay alguien que se cabrea por eso! Al margen de esos aspectos, la cuestión es que se asisten a un escenario en que están todos pasándose cosas por mensajería y están a menos de un metro.

También hay que hacer mención a Candy Crush, un juego que apareció en septiembre de 2012 y ha desbancado a Angry Birds, Apalabrados y muchos más de éxito en tabletas y móviles. Este videojuego, de estética muy colorida y parecido al Columns sólo que con piezas que representan dulces o caramelos, debe su adicción a la potenciación del llamado efecto Zeigarnik. ¿En qué consiste eso? Pues en la tendencia a recordar tareas inacabadas o interrumpidas con mayor facilidad que las cumplidas, de forma que a pesar de que superemos muchos niveles no nos reporta demasiada felicidad porque nos frustra no poder pasar una pantalla. Lo peor que eso puede originar no es tanto el vicio y la desesperación como el recurrir al pago de dinero para comprar herramientas como un martillo de chupachups que elimina dulces, movimientos extras, una mano que intercambio dulces, vidas extras, etc. Por separado, cada cosa no vale mucho pero si se van sumando la ansiedad por superar niveles puede llegar a salir muy, muy cara. Yo prefiero pasarme todos los niveles mediante esta solución poco decorosa y sí bastante tramposa, pero barata.

Las Redes Sociales y la gran facilidad para subir de forma inmediata las fotografías ha hecho que hasta las cámaras digitales estén en desuso. Fíjense hasta dónde hemos llegado. Más que nada porque la calidad de imagen de las cámaras de los móviles ha mejorado muchísimo y realmente lo que le luce a la gente es tenerla sobre todo en su Facebook y en menor medida en Twitter. Además, mola lo de escribir un estado y poner poner por ejemplo que estás en Santiago de Compostela y has culminado el Camino o bien de vacaciones en México. A su vez, etiquetar a gente. Ahora bien, existe gente y yo la tengo agregada que sube absolutamente TODO. ¿En serio a todo el mundo le importa ver una foto sobre cómo nos levantamos una mañana o que nos hemos tomado unas tapas en un día absolutamente normal? Yo recomiendo un uso responsable e inteligente de estas redes, no subir lo primero que se nos ocurra y sobre todo crear grupos y establecer filtros. Así, determinadas cosas que publico no me interesa que las vean los que tengo como "conocidos". Y también sé que algunas cosas de política o fútbol pueden no gustar a algunos de mis amigos. Hay que saber usar mejor las redes sociales.

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