Reality chows, de mal en peor

Los reality shows en España nace, crecen, se reproducen y a pesar de que algunos mueren parece no agotarse la fórmula. Cambia la modalidad, pero no cambia la particularidad más destacable de todos ellos. No nos referimos a exprimir hasta la extenuación el carácter friki de algunos de sus concursantes ni tampoco que se aproveche el afán de cotilleo de los espectadores. Sino a crear un espacio irreal y fingido que la peña se lo cree y se fomenta un debate sobre las vivencias de los concursantes. Comentaré algunos de los más recientes, que han demostrado que el nivel televisivo no sólo no ha mejorado, sino que ha ido a peor.

Así, Hermano mayor de Cuatro es un espacio en el que Pedro Aguado trata de someter a pequeños tratamientos psicológicos a supuestos niñatos/as malcriados que no sólo no respetan a sus padres y abuelos, sino que incluso se dedican a propinar puñetazos, patadas y hasta cabezazos a muebles y puertas. Todo ello con un lenguaje que despierta en el espectador la misma sensación: "pero qué hostia con la mano abierta tiene este descerebrado".Y mientras tanto la cámara grabando para escarnio y mofa de la familia. Llama mucho la atención el desequilibrio actitudinal y de comportamiento que el individuo tiene a través de las pruebas y resulta muy poco creíble la supuesta transformación que tiene tras el asesoramiento. Menos aún que la maltrecha efectividad de la Ley del Menor. Además, uno de los casos más famosos en este programa acabó acuchillando a su abuela. Al menos este programa sirve para reflexionar una cosa: si a nuestros hijos se lo consentimos todo, terminará ejerciendo de dictador en nuestras vidas. Como aquél fulano de "¡¡QUE ME HAGAS UN BOCADILLO !!¡¡¡ QUE TENGO HAMBREE!!".

En la misma cadena se ha podido ver Adán y Eva. Una especie de mezcla entre la casposa y semental Mujeres, hombres y viceversa y la sudorípara Supervivientes. Digamos que un par de tíos convivían en una especie de isla con una chica, permaneciendo todos completamente desnudos. Y durante esa estancia tenían que intentar conquistar a la chica. Francamente me hacía reír el escuchar a estos flipadillos, con un ego más subido que el salto de Baumgartner, comentar que era muy guapa y muy agradable una chica que, sin ser fea, llevaba unas gafas horribles que le daban muy mala imagen y, eso sí, tenía unas protuberancias mamarias de sobra destacables. Lo que no llamaba la atención era su actitud de diva y creída. Pero claro, cuando hay tanta superficialidad se trata de esconder como se quiera. La alarmante falta de inteligencia del trío (que a saber si se lo montaría por las noches sin cámaras) es precisamente lo que más podía aumentar la audiencia. O eso, o ganas de ver cuerpos desnudos.

Y terminamos con Gran Hermano VIP, de la cadena estrella de tonterías Telecinco. Esta vez ha sido capaz de reunir a buen grupo de gente popular del mundillo de la farándula o simplemente famosos venidos a menos. El caso más polémico fue el de Los Chunguitos, que fueron expulsados por unas desafortunadas declaraciones homófobas. Ahora bien, la cadena quiso publicitar que su decisión había sido "fulminante" cuando en realidad se tomó varios días después de los comentarios, que en la época del Franquismo serían bien vistas pero en el siglo XXI supone insultar a la tolerancia. Otras perlas fueron Kiko Rivera y Belén Esteban, adalid esta última de la telebasura más malolienta. Además con una cara bastante demacrada que ha sido objeto de burlas a través de múltiples "memes". O sea, construcciones de Internet basadas en una imagen alterada o no y un mensaje superpuesto. También estuvo Olvido Hormigos, la ex concejala socialista que aprovechó la filtración de su vídeo pornográfico para hacer carrera televisiva en estos mundillos. Por último también estuvo el sinpar Sandro Rey, famoso por su programas de videncia en los que no acierta ni una. Fichado por la cadena tras haber pasado por la Sexta y varias locales, es un showman que hace humor de una forma fina. Quizás el único que pueda ser realmente admirado de un grupo mayoritariamente apestoso.