martes, 11 de octubre de 2011

Protejamos a las tortugas gigantes

Después de un tiempo vuelvo a hablar de mi animal favorito, pero esta vez en una versión a mayor escala. Toca empezar a hablar de animales salvajes y en este caso de las tortugas gigantes. Estamos acostumbrados a ver tortuguitas pequeñas de agua y en menor medida las de tierra, pero en los otros continentes existen especies realmente grandes, que incluso pueden soportar el peso de un niño. Echaremos, pues, un vistazo a las especies más grandes de tortugas que existen en el mundo de acuerdo con la información que, una vez más, he podido obtener de la red. Verdaderamente debe de ser apasionante ver de cerca estos animales, no ya por lo inusual de su tamaño sino también porque se encuentran en lugares mucho más naturales y paradisíacos, en algunos casos, que a los que también estamos acostumbrados. Son unos animales que están en grave peligro de extinción. No podemos consentir que estos animales desaparezcan, al igual que cualquier otro. Me duele pensar que no se tenga consideración alguna en evitarlo ni por parte de particulares ni por los gobiernos.

La especie más grande de tortuga del mundo es la Chelonoidis nigra, de las Islas Galápagos, un archipiélago situado a mil kilómetros al oeste de Ecuador en el Pacífico. Puede llegar a pesar 400 kilos y su longitud va hasta los 2 metros. También es de las más longevas, pudiendo superar de largo los 100 años. El tamaño de caparazón es distinto en función de la humedad de la isla, así en las húmedas son más grandes, tienen el caparazón abovedado y el cuello corto, mientras que en las secas es justo lo contrario y su caparazón adquiere la forma de silla de montar. En todo caso tienen unas extremidades muy robustas. Existen muchas subespecies, pero existe una en la que sólo hay un ejemplar que es conocido como el Solitario Jorge. Estas tortugas son más bien sedentarias y prefieren resguardarse bajo un árbol o un arbusto, por lo que rara vez se dedican a explorar el terreno. Hay que tener cuidado, pues frente a cosas desconocidas suele acercarse, examinar y posteriormente morder. E imaginamos que no debe de ser muy gratificante ser mordido por una tortuga gigante.




La Geochelone gigantea es la tortuga de las Islas Seychelles, concretamente en el Atolón de Aldabra. Después de la anterior es la de mayor tamaño. Su peso máximo puede ser de 200-250 kilos y su longitud puede llegar a los 130 centímetros, llegando a vivir también más de un siglo. El caparazón lo tiene en forma de cúpula y de color gris oscuro o negro. El cuello se caracteriza por ser muy largo, lo que le faculta para poder alcanzar las ramas bajas de los árboles que se encuentran a un metro del suelo. Actualmente existen 3 subespecies, puesto que otras 3 anteriores han sido desgraciadamente extinguidas. Su amenaza de extinción es de riesgo medio. Son quizá menos agresivas que las anteriores, ya que pueden llegar a alimentarse de nuestra mano dado que reaccionan indiferentes ante la persona humana. Aparte de la hierba y las hojas, les gusta la fruta y pueden llegar a comer carroña y animales invertebrados. El problema que tienen en su reproducción es la escasa fertilidad de los huevos.



La Geochelone sulcata ó tortuga de espolones africana, es la más grande no insular y la tercera mayor tortuga terrestre del mundo. Desgraciadamente está casi extinguida, pero se encuentra protegida en parques nacionales y reservas de fauna. Es originaria del Norte de África y del Sur del Sahara. La culpa de que esté en vías de extinción se encuentra en la urbanización de su hábitat, el desarrollo antinatural de la agricultura, la desertización y el cruel e inhumano uso de su carne para la alimentación local y la medicina tradicionalista. Pueden medir de 80 centímetros a un metro y pesar 100 kilos. Es una tortuga nada fácil de mantener en cautividad, no ya por la necesidad de un amplio espacio por donde pueda moverse sino también porque requiere una buena calefacción y protección del frío en invierno, pues de lo contrario puede sufrir enfermedades respiratorias. De hecho no soportan la humedad, puesto que precisamente crecen en ambientes áridos y secos. Eso sí, en las horas más cálidas aprovechan para excavar hoyos y resguardarse de las tórridas temperaturas. Lo más gracioso que he leído es que para asegurarse una buena humedad de sus huevos, antes de incubarlos, orina en el nido. ¿No son tontas, eh?



La cuarta del ránking es la Geochelone pardalis. Vive en la sábana de África y especialmente en África del Sur. Pueden superar los 70 centímetros de largo y pesar 40 kilos, llegando a vivir 100 años. Es llamada la tortuga Leopardo, por sus manchas del caparazón. Su alimentación es eminentemente herbívora, de forma que en cautividad se le debe de permitir pastar. Pero es recomendable que se le añada calcio y fibra a su dieta para evitar la deshidratación, pérdida de peso y reforzar sus órganos, huesos y caparazón. También necesita una adecuada provisión de agua y a diario. Existen dos subespecies, la pardalis y la babcoki. La mayor diferencia es que en la segunda las hembras son más grandes, aparte del tono más oscuro que amarillo de la primera. Un problema que tiene ésta es en la reproducción en cautividad, por unos requisitos de temperatura y humedad más estrictos. Reaccionan a la defensiva y se esconden cuando se ven amenazadas y son de las pocas que no llegan a hibernar. De hecho les encanta la luz solar. Pero no toleran el exceso de frío y humedad. Son muy fuertes, llegando a escalar piedras. En definitiva son más fáciles de cuidar en cautividad y se permite su cuidado doméstico.



Y la quinta es la Geochelone carbonaria, también conocida como ‘patas rojas’. Es natural de las sabanas, selvas y bosques de toda América del Sur. Su caparazón es muy popular por ser de color oscuro con manchas amarilla-anaranjadas o anaranjadas-rojizas, incluso en la cabeza y las patas. Puede medir hasta 35 centímetros de largo de media. Su riesgo de extinción es alto y la culpa la tiene la despiadada caza del hombre en las tierras agrícolas, para venderlas como alimento. Son animales que en vida salvaje son herbívoros y carroñeros, pero en cautividad es más aconsejable proveerle de mucha fruta y de calcio. Es importante que el terrario de la tortuga sea grande, pues son unos animales que les gusta moverse mucho y explorar. También precisan de una gran humedad ambiental (pero sin pasarse) y de presencia de plantas y cómo no de lugares donde esconderse. Sorprendentemente se permite su cuidado como mascota, algo que en mi opinión debería estar restringido a los parques y reservas que se encargasen de favorecer su reproducción. Afortunadamente sí existen algunos, donde están protegidas. Existen unas siete subespecies, diferenciándose en la coloración del caparazón.

1 comentario:

Raw dijo...

Hoy una triste noticia: ha muerto la única tortuga gigante de la subraza de las Islas Galápagos Solitario Jorge.

Más información en http://www.meneame.net/story/muere-solitario-george-ultima-tortuga-gigante-galapagos