En una anterior entrada, magin, el avezado forero de la TIA.com y administrador de L’unic blog que, a més, parla de tebeos, me propuso en los comentarios divulgar un poco sobre el por qué de las mayorías Valcarcianas, que va a cumplir 20 años como Presidente del gobierno de la Región de Murcia. Ramón Luís parece no conocer el desgaste político al menos en las fechas clave de las elecciones, pues a mí personalmente no me parece que todos estos años hayan transcurrido sin una cierta erosión en su efectividad o reputación entre los electores, por contradictorio que parezca. Murcia es una provincia pequeña, pero es en la que más fuerza tiene el Partido Popular en toda España, tanto en porcentaje de votos, como en concejales (proporcionalmente) y en diputados tanto en la Asamblea legislativa como en el Congreso (7 frente a sólo 3 del PSOE). Y en unas elecciones 2011 marcadas por la 'marea azul', el PPRM no ha hecho más que maximizar los resultados batiendo récords. Aclaro que el objetivo de este post no es valorar las cosas buenas o malas de Valcárcel, sino tratar de analizar un poco las claves de su continuidad.
Ramon Luís Valcárcel fue candidato por el PP a la Alcaldía de Murcia en 1991 y fue el más votado, pero un pacto del PSOE con IU favoreció la continuidad de los socialistas. Volvió a presentarse en 1995 pero como candidato a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia en medio de una grave crisis institucional del gobierno socialista de la Región y de escándalos de corrupción tanto del mismo como del Gobierno de la Nación, también ocupado por el PSOE y en un contexto global de crisis económica, desempleo y de devaluación de la peseta. El PSRM-PSOE había “forzado” la dimisión del Presidente Carlos Collado Mena, que abandonaba su puesto en 1994 dejándoselo a María Antonia Martínez. El caso de Carlos Collado tiene su miga, pues recientemente, con motivo del desastre del 22-M el ex Presidente cargó de nuevo las tintas contra aquellos que según él provocaron su dimisión. El caso es que María Antonia se encontró con un equipo deshecho y un electorado que vio demasiados indicios de inestabilidad e inseguridad, traduciéndose el 28 de mayo de 1995 en una victoria del Partido Popular.
El desgaste del PSOE a nivel nacional, iniciado en 1993, se tradujo pues en un incremento considerable del voto al PP en todo el territorio nacional y en el caso que nos ocupa también de la Región de Murcia. Hasta entonces, en la democracia, sólo había gobernado en municipios pero nunca antes en el gobierno de la Región. Era, pues, una nueva experiencia para el PP que venía favorecida por el clima de tensión política y los problemas económicos, con el PSOE como protagonista. En 1999 revalidó la confianza por vez primera, éxito que ha conseguido sucesivamente en 2003, 2007 y 2011. No obstante, el desgaste sufrido por el PP a nivel nacional durante los años 2003 y 2004 no le afectó demasiado, quizás porque coincidieron con el inicio de la legislatura autonómica, pero es más probable que sea debido a que el desgaste del “hermano mayor” fuera producido por la ejecución de políticas y decisiones impopulares de éste, más que por la corrupción o mala gestión económica: la participación en la Guerra de Irak, la polémica gestión del desastre del Prestige, los recortes sociales y flexibilización del desempleo… culminada con el clima de inseguridad tras el terrible atentado del 11-M. El electorado murciano no quiso castigar a su gobierno regional por la política de Aznar.
Pero si hay, sin duda, una política que ha unido al PPRM con sus votantes ha sido la del agua, especialmente la de los trasvases. El Agua para todos ha sido la mayor arma política contra el PSOE, que abanderó en Aragón la lucha contra los trasvases y especialmente contra el del Ebro, que había sido proyectado en 2002. Cuando en gran parte del país existió otro punto de ataque contra el PP de la mayoría absoluta del 2000 y en que apoyarse Zapatero, en Murcia fue la mayor defensa. El miedo a que la agricultura murciana se fuera a pique y con ella la economía, favoreció que esta Región se convirtiera en un bastión inexpugnable. Sobre todo a raíz de la derogación del Plan Hidrológico Nacional por el Presidente Zapatero en 2004, siendo una de las primeras medidas que tomó tras su llegada al Gobierno. Valcárcel supo elaborar una imagen del PSOE a nivel nacional como desinteresado por los problemas de Murcia y las desaladoras no convencieron a unos votantes que en los posteriores comicios se reafirmaron en sus convicciones, movidos más por el agua que por la gestión de su Presidente. Años después, nadie parece acordarse del trasvase del Ebro. Ni tan siquiera en Aragón, que ha dado la mayoría relativa a Luisa Fernanda Rudí, ex presidenta del Congreso y que gobernará en coalición con el PAR.
Pero la derogación del trasvase del Ebro daría paso a la polémica por el Tajo en la legislatura 2007-2011. Ahí es cuando el PSOE cometió el patinazo de los discursos incoherentes en Castilla La Mancha y en Murcia. Dolores de Cospedal, actual Presidenta de la Junta de Castilla La Mancha y por aquél entonces portavoz de la oposición, defendía posiblemente el discurso más etéreo y ambigüo que se ha podido ver en política nacional de agua, pero quien realmente era el blanco de todas las críticas era José María Barreda, presidente autonómico por el PSOE. Tanto por parte tanto del PP como de la nueva formación UPyD, defendían el mantenimiento del trasvase del Tajo-Segura y rechazaban la disposición del nuevo Estatuto manchego que preveía la sucesiva reducción del trasvase hasta su eliminación. Para los murcianos fue más creíble la versión de Rajoy de que al PSOE sólo le interesaba quedar bien allá donde hablase, pero el gallego nunca quiso aclarar la postura de Cospedal en el tema del Tajo. En este caso, además, las quejas de los ecologistas eran mucho menos acusadas en comparación con el Ebro. Pedro Saura, líder de la oposición de Murcia, tuvo por su parte que enfrentarse con la indefinición de su partido a nivel nacional y la categórica postura en contra del PSOE manchego.
Esta última legislatura también se ha caracterizado por la explosión de la burbuja inmobiliaria y el desarrollo de una tremenda crisis que ha afectado tanto al empleo como al pago de las hipotecas y a las pequeñas y medias empresas, que han visto reducidos sus beneficios y en muchos casos han desembocado en el cierre. Al PSOE le ha tocado vivir esa época, aparte de que tomó decisiones harto impopulares (recortes económicos a los funcionarios) o identificadas como parches, tales como prohibiciones presentes o futuras (no olvidemos los 110 que han durado lo que un caramelo en la puerta de una escuela o la llamada Ley Sinde, que entronca con la probablemente sociedad más odiada del país, la SGAE). Nuevamente la crisis, al igual que en 1995, ha motivado un duro desgaste del PSOE y por consiguiente un refuerzo de la confianza en el PP como partido alternativo, aparte de una vez más la sensación de seguridad y miedo al cambio. Los recortes económicos y sociales del gobierno regional no han tenido prácticamente incidencia en los resultados electorales, pese a que a última hora se suspendieron en el ámbito de la Administración, que no en Educación o Sanidad. Valcárcel proyectó estos recortes como una medida provocada por el gobierno de Zapatero, cuya popularidad de su líder no se encontraba ya en el suelo, sino en lo más cerca del inframundo.
La experiencia en el gobierno del PP ha contrarrestado el impacto de UPyD, que aspiraba a arrebatarle un escaño en la Asamblea Regional de Murcia y en definitiva a atraer al electorado de centro. Begoña Retegui, vasca de nacimiento y murciana de adopción, tampoco supo movilizar al electorado de izquierdas y consiguió peores resultados que Ramón Ortíz (1999 y 2003) y Pedro Saura (2007). El PP ha aumentado su presencia en 4 diputados más. 33 el PP, 11 el PSOE y 1 IU-LV. En el gobierno del PP han existido varias renovaciones profundas, pero sólo en el inicio de cada legisltura y rara vez a mitad de la legislatura se han producido muchos cambios. Tampoco ha existido ningún escándalo de corrupción dentro del Gobierno Regional. Si acaso el caso (valga la expresión) de la Zerrichera, pero aparte de haberse archivado por el TSJ realmente afectaba a un ex Consejero (Francisco Marqués) y al gobierno municipal de Águilas. También han existido imputados en los municipios de Totana, San Javier, Torre Pacheco, etc. Los murcianos parecen influirse más por lo que pasa en su país y en el color del gobierno de la Nación.
Ramon Luís Valcárcel fue candidato por el PP a la Alcaldía de Murcia en 1991 y fue el más votado, pero un pacto del PSOE con IU favoreció la continuidad de los socialistas. Volvió a presentarse en 1995 pero como candidato a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia en medio de una grave crisis institucional del gobierno socialista de la Región y de escándalos de corrupción tanto del mismo como del Gobierno de la Nación, también ocupado por el PSOE y en un contexto global de crisis económica, desempleo y de devaluación de la peseta. El PSRM-PSOE había “forzado” la dimisión del Presidente Carlos Collado Mena, que abandonaba su puesto en 1994 dejándoselo a María Antonia Martínez. El caso de Carlos Collado tiene su miga, pues recientemente, con motivo del desastre del 22-M el ex Presidente cargó de nuevo las tintas contra aquellos que según él provocaron su dimisión. El caso es que María Antonia se encontró con un equipo deshecho y un electorado que vio demasiados indicios de inestabilidad e inseguridad, traduciéndose el 28 de mayo de 1995 en una victoria del Partido Popular.
El desgaste del PSOE a nivel nacional, iniciado en 1993, se tradujo pues en un incremento considerable del voto al PP en todo el territorio nacional y en el caso que nos ocupa también de la Región de Murcia. Hasta entonces, en la democracia, sólo había gobernado en municipios pero nunca antes en el gobierno de la Región. Era, pues, una nueva experiencia para el PP que venía favorecida por el clima de tensión política y los problemas económicos, con el PSOE como protagonista. En 1999 revalidó la confianza por vez primera, éxito que ha conseguido sucesivamente en 2003, 2007 y 2011. No obstante, el desgaste sufrido por el PP a nivel nacional durante los años 2003 y 2004 no le afectó demasiado, quizás porque coincidieron con el inicio de la legislatura autonómica, pero es más probable que sea debido a que el desgaste del “hermano mayor” fuera producido por la ejecución de políticas y decisiones impopulares de éste, más que por la corrupción o mala gestión económica: la participación en la Guerra de Irak, la polémica gestión del desastre del Prestige, los recortes sociales y flexibilización del desempleo… culminada con el clima de inseguridad tras el terrible atentado del 11-M. El electorado murciano no quiso castigar a su gobierno regional por la política de Aznar.
Pero si hay, sin duda, una política que ha unido al PPRM con sus votantes ha sido la del agua, especialmente la de los trasvases. El Agua para todos ha sido la mayor arma política contra el PSOE, que abanderó en Aragón la lucha contra los trasvases y especialmente contra el del Ebro, que había sido proyectado en 2002. Cuando en gran parte del país existió otro punto de ataque contra el PP de la mayoría absoluta del 2000 y en que apoyarse Zapatero, en Murcia fue la mayor defensa. El miedo a que la agricultura murciana se fuera a pique y con ella la economía, favoreció que esta Región se convirtiera en un bastión inexpugnable. Sobre todo a raíz de la derogación del Plan Hidrológico Nacional por el Presidente Zapatero en 2004, siendo una de las primeras medidas que tomó tras su llegada al Gobierno. Valcárcel supo elaborar una imagen del PSOE a nivel nacional como desinteresado por los problemas de Murcia y las desaladoras no convencieron a unos votantes que en los posteriores comicios se reafirmaron en sus convicciones, movidos más por el agua que por la gestión de su Presidente. Años después, nadie parece acordarse del trasvase del Ebro. Ni tan siquiera en Aragón, que ha dado la mayoría relativa a Luisa Fernanda Rudí, ex presidenta del Congreso y que gobernará en coalición con el PAR.
Pero la derogación del trasvase del Ebro daría paso a la polémica por el Tajo en la legislatura 2007-2011. Ahí es cuando el PSOE cometió el patinazo de los discursos incoherentes en Castilla La Mancha y en Murcia. Dolores de Cospedal, actual Presidenta de la Junta de Castilla La Mancha y por aquél entonces portavoz de la oposición, defendía posiblemente el discurso más etéreo y ambigüo que se ha podido ver en política nacional de agua, pero quien realmente era el blanco de todas las críticas era José María Barreda, presidente autonómico por el PSOE. Tanto por parte tanto del PP como de la nueva formación UPyD, defendían el mantenimiento del trasvase del Tajo-Segura y rechazaban la disposición del nuevo Estatuto manchego que preveía la sucesiva reducción del trasvase hasta su eliminación. Para los murcianos fue más creíble la versión de Rajoy de que al PSOE sólo le interesaba quedar bien allá donde hablase, pero el gallego nunca quiso aclarar la postura de Cospedal en el tema del Tajo. En este caso, además, las quejas de los ecologistas eran mucho menos acusadas en comparación con el Ebro. Pedro Saura, líder de la oposición de Murcia, tuvo por su parte que enfrentarse con la indefinición de su partido a nivel nacional y la categórica postura en contra del PSOE manchego.
Esta última legislatura también se ha caracterizado por la explosión de la burbuja inmobiliaria y el desarrollo de una tremenda crisis que ha afectado tanto al empleo como al pago de las hipotecas y a las pequeñas y medias empresas, que han visto reducidos sus beneficios y en muchos casos han desembocado en el cierre. Al PSOE le ha tocado vivir esa época, aparte de que tomó decisiones harto impopulares (recortes económicos a los funcionarios) o identificadas como parches, tales como prohibiciones presentes o futuras (no olvidemos los 110 que han durado lo que un caramelo en la puerta de una escuela o la llamada Ley Sinde, que entronca con la probablemente sociedad más odiada del país, la SGAE). Nuevamente la crisis, al igual que en 1995, ha motivado un duro desgaste del PSOE y por consiguiente un refuerzo de la confianza en el PP como partido alternativo, aparte de una vez más la sensación de seguridad y miedo al cambio. Los recortes económicos y sociales del gobierno regional no han tenido prácticamente incidencia en los resultados electorales, pese a que a última hora se suspendieron en el ámbito de la Administración, que no en Educación o Sanidad. Valcárcel proyectó estos recortes como una medida provocada por el gobierno de Zapatero, cuya popularidad de su líder no se encontraba ya en el suelo, sino en lo más cerca del inframundo.
La experiencia en el gobierno del PP ha contrarrestado el impacto de UPyD, que aspiraba a arrebatarle un escaño en la Asamblea Regional de Murcia y en definitiva a atraer al electorado de centro. Begoña Retegui, vasca de nacimiento y murciana de adopción, tampoco supo movilizar al electorado de izquierdas y consiguió peores resultados que Ramón Ortíz (1999 y 2003) y Pedro Saura (2007). El PP ha aumentado su presencia en 4 diputados más. 33 el PP, 11 el PSOE y 1 IU-LV. En el gobierno del PP han existido varias renovaciones profundas, pero sólo en el inicio de cada legisltura y rara vez a mitad de la legislatura se han producido muchos cambios. Tampoco ha existido ningún escándalo de corrupción dentro del Gobierno Regional. Si acaso el caso (valga la expresión) de la Zerrichera, pero aparte de haberse archivado por el TSJ realmente afectaba a un ex Consejero (Francisco Marqués) y al gobierno municipal de Águilas. También han existido imputados en los municipios de Totana, San Javier, Torre Pacheco, etc. Los murcianos parecen influirse más por lo que pasa en su país y en el color del gobierno de la Nación.
En cuanto al futuro, no sabemos si Valcárcel agotará la legislatura o si se marchará en 2012 si vence Rajoy a algún ministerio (quizás relacionado con la política territorial) o bien a algún organismo de la UE, pero lo seguro es que en 2015 tendrá que retirarse de la Presidencia. No parece factible que pueda haber un vuelco, sí el que los partidos de la oposición podrán aumentar (o estrenar) su representación en la Asamblea. Lo que parece muy probable a día de hoy es que el PP revalide una vez más su mayoría en 2015, sobre todo por esa gran influencia del partido a nivel nacional. No obstante, si dura demasiado la crisis económica con un PP nacional seguramente pase factura. La variable nacional pesa mucho y si Rajoy no fuera capaz de manejar una coyuntura de crisis y lo quizás es más, no supiera solucionar el problema del agua de una vez por todas, el deseo de cambio no sería una quimera en Murcia, así como que se suavizase o fracturase el bipartidismo demasiado consolidado en la Región.
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