Como ya prometí en un post del año pasado, tras hacer una humilde review del considerado mejor juego de Rol del 2009, Dragon Age Origins, toca esta vez hacerla de su continuación. Dragon Age 2 fue lanzado el 10 de marzo del presente año en España, a pesar de que como es habitual los piratillas pudieron disfrutar del mismo algunos días antes. La espera se ha hecho larga, a pesar de todos los DLC (DownLoaded Content) que han acompañado al juego original. El trailer prometía mucho, pero tras haber jugado a él en su totalidad, cumpliendo la mayor parte de las misiones, llegamos a la triste conclusión de que es una decepción mayúscula, lo que no quiere decir que sea mal juego hoy día, sino que está muy por debajo de su predecesor.
El primer fallo es repetir el más importante de DAO (Dragon Age Origins), que es que una vez más sólo podemos elegir como clases las de guerrero, ladrón y mago, como si estuviéramos en un juego de rol de los años noventa. Pero eso es lo de menos, pues cuando veamos y manejemos nuestro inventario, nos daremos cuenta de que casi todo el equipo sólo lo podemos utilizar con nuestro personaje principal, dado que casi todo estará predeterminado para los compañeros, salvo algunos objetos. ¿Dónde está la diferencia? Ni idea, el único remedio es en las tiendas comprobar que lo pueden utilizar, pero es un caos y un error muy grave esa gestión del inventario.
La historia nos permite encarnar a Hawke (apellido), un personaje que lucha contra la amenaza de los engendros tenebrosos buscando su propia paz y tranquilidad. El comienzo de sus aventuras resultarán paralelas a los acontecimientos ya acaecidos en la primera parte del juego, mientras que el prólogo implicará eventos posteriores. Lo bueno en la historia es que si importamos la partida del DAO será posible que tengamos misiones secundarias relacionadas con lo que haya pasado, así como breves referencias. Otras cosas positivas son los cameos de viejos conocidos, así como el retorno de personajes compañeros como Anders, el hechicero. Sin embargo, el desarrollo de la historia es bastante confuso, sobre todo cuando llega a un punto de avance en el que se lía demasiado y se mezclan acontecimientos sin demasiada relevancia o explicación. Por otra parte, el argumento no es tan envolvente ni mítico como en DAO, a pesar de que al final del segundo acto remonta el interés de la historia desembocando en un final que eso sí, transmite un mensaje moral muy cierto. Pero la sensación final es de que pudo haber dado más de sí.
En cuanto a los personajes, tenemos prácticamente a dos de cada clase y de los dos sexos. Existen muchas misiones de compañero, pero algunas de ellas consisten tan sólo en conversar sin la necesidad de realizar una misión concreta. Sin embargo se conoce más a los personajes secundarios. Entre ellos, a mitad del juego, se producen muchísimas más conversaciones que en DAO, pero a mi juicio son prescindibles. A destacar el personaje de Isabella, cuya historia, carácter y participación dará mucho juego según avancemos. Sin embargo, los romances están lamentablemente configurados en este juego, pues ya no existe el famoso campamento donde conocíamos a fondo a nuestros amigos/as y se producía un avance del ligue más eficaz. Existe una escena de romance en DA2 bastante más floja que en el jugo anterior y una conversación final de “formalización” de la relación.
La mecánica de los diálogos es bastante pobre. En lugar de elegir entre cuatro ó cinco opciones, como en DAO, se reduce a unos iconos que sólo muestran enfado, ironía o educación y al lado de cada uno unas breves palabras que resumen lo que decimos. Está bien que se le ponga voz al protagonista, cosa que no existía en DAO y que le dota de más personalidad, pero reduce seriamente las opciones de reacción, salvo cuando pedimos estrictamente información. Las escenas de diálogo son mucho más frecuentes, desgraciadamente en inglés, pero aun así podemos sacarle partido y aprovechar para escuchar atentamente sin leer los subtítulos (si queremos).
En cuanto a las escenas de cinemática, son también frecuentes, pero en mi opinión no superan las legendarias de DAO como las batallas o la aparición de determinados monstruos. Sí es cierto que la emotividad de los personajes está igual de conseguida. La banda sonora está a la altura de los juegos de rol de hoy, destacando la del bar del Ahorcado, pero no existe demasiada variedad, por lo que no la valoraría como uno de sus puntos fuertes.
La duración del juego es notablemente inferior. Mientras que en DAO nos tiramos 70 horas en terminar el juego, DA2 puede terminarse en unas treinta y pocas. Y es que lamentablemente el desarrollo del juego tiene lugar casi en su totalidad en… ¡una sola ciudad! La ciudad de Kirkwall, por cuyos distritos pasaremos tantas y tantas veces que terminaremos por conocer de memoria sus calles sin necesidad de mirar el mapa. El único elemento de dinamismo que tiene es el de visitar de día o de noche. Fuera de la ciudad existen unos pocos sitios y algún dungeon, pero que a su vez tendremos que visitar varias veces. Además, existen muchos corta y pega de escenarios, cuevas y sótanos, lo que nos da en no pocas ocasiones una sensación de deja vu. Es verdad que algunas de las misiones tienen varias partes y les dota de un mayor entretenimiento e interés, así como algunos giros inesperados. Pero...¿sólo 3 actos?
¿Y dónde están los dragones que dan nombre a esta saga? Pues bien, sólo existe UNO en condiciones, que es un dragón celestial terriblemente difícil, pero batible. Porque existen otros dragones de dificultad más bien baja (unos dos más que yo recuerde). Por lo que se refiere al resto de criaturas, no existe demasiada variedad. Los mismos enemigos del anterior juego y me atrevería a decir que sólo una parte de ellos. Sólo destacaría algunas nuevas versiones de demonios. En cuanto al enemigo final pienso que queda falto de una mayor espectacularidad.
En definitiva, un juego cuya sensación final es la de una decepción total y absoluta y no porque sea malo, sino porque su comparación con el predecesor y lo que se espera de un videojuego de rol en el siglo XXI termina con un demoledor desencanto. En serio, no sé si su estrategia será hincharnos a DLC’s, pero podrían haberse trabajado mucho más esta continuación que no goza ni por allá pasó de la excelencia de DAO. Mi calificación es de un 6, no se merece una mayor y creo que es justa.
El primer fallo es repetir el más importante de DAO (Dragon Age Origins), que es que una vez más sólo podemos elegir como clases las de guerrero, ladrón y mago, como si estuviéramos en un juego de rol de los años noventa. Pero eso es lo de menos, pues cuando veamos y manejemos nuestro inventario, nos daremos cuenta de que casi todo el equipo sólo lo podemos utilizar con nuestro personaje principal, dado que casi todo estará predeterminado para los compañeros, salvo algunos objetos. ¿Dónde está la diferencia? Ni idea, el único remedio es en las tiendas comprobar que lo pueden utilizar, pero es un caos y un error muy grave esa gestión del inventario.
La historia nos permite encarnar a Hawke (apellido), un personaje que lucha contra la amenaza de los engendros tenebrosos buscando su propia paz y tranquilidad. El comienzo de sus aventuras resultarán paralelas a los acontecimientos ya acaecidos en la primera parte del juego, mientras que el prólogo implicará eventos posteriores. Lo bueno en la historia es que si importamos la partida del DAO será posible que tengamos misiones secundarias relacionadas con lo que haya pasado, así como breves referencias. Otras cosas positivas son los cameos de viejos conocidos, así como el retorno de personajes compañeros como Anders, el hechicero. Sin embargo, el desarrollo de la historia es bastante confuso, sobre todo cuando llega a un punto de avance en el que se lía demasiado y se mezclan acontecimientos sin demasiada relevancia o explicación. Por otra parte, el argumento no es tan envolvente ni mítico como en DAO, a pesar de que al final del segundo acto remonta el interés de la historia desembocando en un final que eso sí, transmite un mensaje moral muy cierto. Pero la sensación final es de que pudo haber dado más de sí.
En cuanto a los personajes, tenemos prácticamente a dos de cada clase y de los dos sexos. Existen muchas misiones de compañero, pero algunas de ellas consisten tan sólo en conversar sin la necesidad de realizar una misión concreta. Sin embargo se conoce más a los personajes secundarios. Entre ellos, a mitad del juego, se producen muchísimas más conversaciones que en DAO, pero a mi juicio son prescindibles. A destacar el personaje de Isabella, cuya historia, carácter y participación dará mucho juego según avancemos. Sin embargo, los romances están lamentablemente configurados en este juego, pues ya no existe el famoso campamento donde conocíamos a fondo a nuestros amigos/as y se producía un avance del ligue más eficaz. Existe una escena de romance en DA2 bastante más floja que en el jugo anterior y una conversación final de “formalización” de la relación.
La mecánica de los diálogos es bastante pobre. En lugar de elegir entre cuatro ó cinco opciones, como en DAO, se reduce a unos iconos que sólo muestran enfado, ironía o educación y al lado de cada uno unas breves palabras que resumen lo que decimos. Está bien que se le ponga voz al protagonista, cosa que no existía en DAO y que le dota de más personalidad, pero reduce seriamente las opciones de reacción, salvo cuando pedimos estrictamente información. Las escenas de diálogo son mucho más frecuentes, desgraciadamente en inglés, pero aun así podemos sacarle partido y aprovechar para escuchar atentamente sin leer los subtítulos (si queremos).
En cuanto a las escenas de cinemática, son también frecuentes, pero en mi opinión no superan las legendarias de DAO como las batallas o la aparición de determinados monstruos. Sí es cierto que la emotividad de los personajes está igual de conseguida. La banda sonora está a la altura de los juegos de rol de hoy, destacando la del bar del Ahorcado, pero no existe demasiada variedad, por lo que no la valoraría como uno de sus puntos fuertes.
La duración del juego es notablemente inferior. Mientras que en DAO nos tiramos 70 horas en terminar el juego, DA2 puede terminarse en unas treinta y pocas. Y es que lamentablemente el desarrollo del juego tiene lugar casi en su totalidad en… ¡una sola ciudad! La ciudad de Kirkwall, por cuyos distritos pasaremos tantas y tantas veces que terminaremos por conocer de memoria sus calles sin necesidad de mirar el mapa. El único elemento de dinamismo que tiene es el de visitar de día o de noche. Fuera de la ciudad existen unos pocos sitios y algún dungeon, pero que a su vez tendremos que visitar varias veces. Además, existen muchos corta y pega de escenarios, cuevas y sótanos, lo que nos da en no pocas ocasiones una sensación de deja vu. Es verdad que algunas de las misiones tienen varias partes y les dota de un mayor entretenimiento e interés, así como algunos giros inesperados. Pero...¿sólo 3 actos?
¿Y dónde están los dragones que dan nombre a esta saga? Pues bien, sólo existe UNO en condiciones, que es un dragón celestial terriblemente difícil, pero batible. Porque existen otros dragones de dificultad más bien baja (unos dos más que yo recuerde). Por lo que se refiere al resto de criaturas, no existe demasiada variedad. Los mismos enemigos del anterior juego y me atrevería a decir que sólo una parte de ellos. Sólo destacaría algunas nuevas versiones de demonios. En cuanto al enemigo final pienso que queda falto de una mayor espectacularidad.
En definitiva, un juego cuya sensación final es la de una decepción total y absoluta y no porque sea malo, sino porque su comparación con el predecesor y lo que se espera de un videojuego de rol en el siglo XXI termina con un demoledor desencanto. En serio, no sé si su estrategia será hincharnos a DLC’s, pero podrían haberse trabajado mucho más esta continuación que no goza ni por allá pasó de la excelencia de DAO. Mi calificación es de un 6, no se merece una mayor y creo que es justa.
2 comentarios:
y falto la cinemática del golpe final, donde nuestro personaje abate a un enemigo en cámara lenta (como una pelicula de accion), en DA origins, como me encantaba cuando asestaba en ultimo golpe a un ogro o cuando acaba con flemet en "forma de dragon" en una de las misiones.
Pues sí, mucho mejores esos golpes finales en DA Origins, que tras una dura pelea la verdad es que reconfortaba ver tranquilamente como tu personaje remataba a ese ogro o dragón tan puñetero >:D
Gracias por comentar.
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