domingo, 30 de junio de 2013

Clásicos de Game Boy

Una de las primeras consolas de videojuegos portátiles, al margen de aquellas clásicas maquinitas de los ochenta que incluían un juego "patatero" pero que hacía nuestras delicias, es la celebérrima Game Boy de Nintendo. Desde su lanzamiento, causó furor en los años noventa a pesar de que los gráficos sólo contaban con una gama de grises y verdes. La Game Gear de Sega era a todo color y con mejor sonido, pero tanto por el ahorro de batería de la primera como, por encima de todo, la enorme calidad de sus videojuegos, la convirtieron en la consola portátil de más éxito de toda aquella década. Hoy tristemente desaparecida y sustituida primero por Game Boy Advance y actualmente por Nintendo DS, pero al igual que comenté en anteriores posts de videojuegos retro, podemos disfrutar de esos juegos con emuladores.

Qué duda cabe que el más jugado en términos de horas ha sido precisamente uno de los más adictivos de todas las consolas: el Tetris, que llegó a Game Boy en 1989. Un juego como todos sabemos creado en Rusia y que ha tenido miles de imitaciones. A mí de pequeño no me gustaba nada, prefería siempre el Mario porque me llamaba más la atención por su permanente acción y movimiento. Sin embargo, con el tiempo pica bastante superar récords moviendo esas piezas y encajándolas para crear líneas. No en vano, es la prehistoria de muchos juegos posiblemente inspirados en él como Columns, Dr. Robotnik Mean Bean Machine entre otros. Este título de habilidad y reflejos sólo tiene un final que es perder, pero en cada nivel va aumentando la velocidad a la que caen las piezas y requiere más atención y celeridad de nuestra parte para superar ese record que siempre es el mayor incentivo. Puede que terminemos cansándonos, pero al cabo de un tiempo ocurre que nos vuelve a picar la curiosidad. Así es Tetris.

Super Mario Land llegó a España en 1990. Su dinámica es muy similar a la de Super Mario Bros de NES, tanto en nivel gráfico como en enemigos. Sin embargo, las melodías son completamente diferentes y extrañas a lo habitual en los juegos de Mario (de repetir las mismas melodías pero con efectos diferentes). Al final de cada etapa hay que elegir entre una puerta superior o inferior para adquirir una serie de bonus, del mismo modo que en cada cuatro de ellas tendremos que derrotar a un enemigo de fin de nivel (existen cinco). La jugabilidad no es demasiado complicada, por lo que en poco tiempo nos hacemos a su manejo y se puede completar perfectamente. El objetivo del juego ni que decir tiene que es el típico de las aventuras de Mario, es decir, rescatar a la princesa. Su segunda parte (1993), aparte de mejores gráficos (sobre todo en el perfil del personaje) y un nivel sonoro muy bueno, conllevó una mayor originalidad, y es que en un mapa grande teníamos que visitar varios mundos, derrotar a sus bosses y conseguir una moneda que nos permitiera entrar a un castillo y enfrentarnos a Wario. Todos estos elementos lo convirtieron en uno de los más vendidos de Game Boy.


Megaman: Dr. Willy's revenge es en realidad el primer título de esta larga saga que vio la luz en 1991. Una de las mascotas de Nintendo (con permiso de Mario) que protagoniza uno de los juegos de acción más trepidantes de las consolas antiguas. Sin embargo, su jugabilidad no es sencilla, puesto que se trata también de los más desafiantes. Controlando el nivel de nuestra barra de vida, tendremos que derrotar a ocho robots a lo largo de seis fases (cuatro de ellos en las fases 5 y 6). Tenemos que controlar ataques de cualquier lado de máquinas que constantemente nos dispararán, al mismo tiempo que trepar en el interior de edificios saltando de lado a lado. Un nivel técnico a la altura de la media de esta consola, pero destacando unas melodías pegadizas que amenizarán unas partidas en las que no existe descanso posible.

En 1992 se lanza Kirby Dreamsland, un título que ha sido lanzado en absolutamente todas las consolas de Nintendo. Una especie de fantasma que se hincha tragando aire (y todo lo que pilla por delante) y lo aprovecha para volar. A lo largo de cinco fases tiene que atravesar un bosque, un castillo, unas islas, el cielo y finalmente otro castillo en que se encuentra el antagonista, un rey tirano que ha robado unas estrellas mágicas que proporcionan comida a los ciudadanos de Dreamsland. A lo largo del camino podremos contar con ítemes como bombas, comida picante para expulsar bolas de fuego, pociones de vida... El nivel técnico es muy bueno, con unos escenarios muy cuidados y unas melodías bastante conseguidas. Sin embargo, no es un juego demasiado difícil y es más bien corto, posiblemente porque estuviera orientado a un público más infantil.

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