En los últimos meses he asistido
a varias jornadas de un curso de medidas de prevención y protección contra
incendios y seísmos, así como de evacuación. Orientado al trabajo y al edificio
específico donde presto servicios, pero lógicamente muy aplicable allá donde
estemos. Y se hace necesario y recomendable fomentar esos consejos para evitar
que nosotros o nuestros compañeros o familiares puedan sufrir heridas o lo que
es peor, no llegar ni a contarlo. Se suelen identificar a los bomberos con un
grupo de hombres altos y fornidos que apagan fuegos y rellenan ilustraciones de
calendarios, pero su labor va mucho más allá: son personal especializado en
ayudar con motivo de catástrofes como terremotos, deflagraciones,
derrumbamientos y rescate de personas atrapadas tanto por estos motivos como
por el de incendio. Nos atendieron muy bien en el Parque de bomberos de Molina
de Segura (Murcia) aparte de los profesores que también nos transmitieron los
consejos. Por lo que dedicaré la entrada nº 150 del blog a recopilar las medidas más interesantes.
El primer problema que causa un
terremoto es que estamos tan poco acostumbrados a él que cuando da sus primeras
sacudidas tardamos unos segundos en percatarnos de que efectivamente es un
seísmo. La primera reacción puede ser el pánico y querer escapar a la calle,
pero en realidad es la peor opción. Se recomiendan varias estrategias: quizá la
más acertada es colocarse en una esquina en posición fetal esperando a que
acabe la sacudida., protegiendo nuestra cabeza con las manos. De no ser
posible, podemos recurrir al famoso “triángulo de la vida” colocándonos al lado
de una mesa o armario. Lo que caiga sobre él dejará un espacio a ambos lados,
justo el que nosotros ocupemos. En todo caso hay que alejarse de ventanas o de cuadros. Menos recomendable es aún situarse bajo una
mesa porque corremos el riesgo de ser aplastados. Y si salimos a la calle, nos puede caer una cornisa entera. Seguidamente, acabado el movimiento sísmico, hay que cerrar las llaves de agua y gas (sobre todo). Otra cosa que suele hacer todo el mundo es llamar por teléfono incluso si no se han producido daños. Y para nada debemos de hacerlo, ya que lo único que hacemos es colapsar las líneas. Únicamente al centro de emergencias y con una llamada corta. Si el terremoto nos pilla en plena conducción, lo que debemos hacer es frenar gradualmente, detener el vehículo y permanecer en él. Pero lógicamente alejado de edificios o postes eléctricos que puedan impactar en nuestro coche.
Respecto a los incendios, primero
hay que saber prevenirlos. Así, una excesiva sobrecarga de las fuentes de
alimentación de los ordenadores y demás equipo informático puede producir un
sobrecalentamiento que a su vez origine un incendio. Tampoco es recomendable
tirar colillas o cerillas encendidas al suelo, especialmente si es en verano.
El fuego implica la conjunción de tres componentes: calor, oxígeno y
combustible. Cuando falta una de esas tres cosas, el fuego no aparece o se
extingue. Así, el triángulo que lo constituye puede desaparecer por ejemplo
cuando una papelera incendiada la colocamos hacia abajo o bien cuando cerramos
una puerta estableciendo una separación. En esos casos es el oxígeno el que
pierde influencia (extinción por sofocación). También podemos apartar el combustible que esté alimentando
el fuego. Mucha gente pierde el tiempo buscando un cubo con agua cuando en
realidad pueden existir otras medidas más rápidas. Si no es posible apagarlo
por estos medios, deberíamos utilizar un extintor. Estos utensilios deben estar
a la mano, ser conocida su ubicación por todo el mundo y ser utilizados
apropiadamente. Hay que quitar previamente (con suavidad, no hace falta fuerza) una anilla y dirigir el chorro a la
base de las llamas. Nunca hacia arriba, sino proyectar al suelo. En ningún caso debemos disparar a personas, pues puede producir serias quemaduras.
Finalmente hablamos de evacuación.
Lo primordial es que hay que tener de alguna manera un plan de emergencia, de
forma que en caso de que ocurra alguno de los dos incidentes mencionados, se
sepa como actuar. Salidas alternativas, quién debe de tomar la iniciativa,
cauces de comunicación con los compañeros o familiares y los bomberos… Ante todo se requiere serenidad, controlar el pánico y no perder tiempo en recoger cosas. Ante un incendio, como ya hemos dicho, es importante cerrar las
puertas de las habitaciones donde haya incendio, pero del mismo modo tocar una
puerta antes de abrirla. Si está caliente, más nos vale no abrirla o de lo
contrario podemos morir quemados por una fuerte llamarada (al entrar oxígeno).
En ningún caso es adecuada como fuente de evacuación en caso de incendio el
ascensor, ya que es una fuente de humo. Y es que el humo es lo primero que
puede hacernos perder la vida, mucho antes que las quemaduras por fuego. Por
ello, en caso de un grave incendio con demasiado humo tenemos que ir
desplazándonos a gatas porque será en el suelo donde se esté concentrando el
oxígeno. Una alternativa en caso de extrema emergencia es ponerse en la cara un
pañuelo humedecido para servir de filtro con los gases altamente tóxicos y
venenosos del humo. Y sí, si no existe un aseo accesible habrá que mojarlo con
lo que tengamos nosotros. Y no es broma. Os dejo finalmente con un simpático
vídeo del Pato Donald. Muy instructivo.
2 comentarios:
Gracias por esta entrada tan didáctica. La verdad que cuando llega un momento de esos uno no sabe como reaccionar. Lo principal es la calma, pero reconozco que es muy complicado.
Un abrazo amigo.
Por lo pronto yo ya sé qué hacer primero en caso de notar un terremoto: correr hacia la esquina más cercana :D Pero está claro que sólo cuando pasan cosas de estas es cuando demostramos si estamos preparados para reaccionar adecuadamente.
Un abrazo.
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